02.Esbozos para la transformación del sistema alimentario

— Autora: Dra Sandra Clemente – Esp. Agroecología, MSc, Ing. Agrónoma
Dirige la Diplomatura en Agroecología. UNLC, San Luis. Docente de la FAUBA. Directora del Proyecto Ubanex, Fructus Terra. Coord. Del GET en Fruticultura agroecológica, FAUBA.

En época de Covid 19, la demanda global de alimentos de cercanía, sanos, nutritivos, sabrosos y libres de sustancias tóxicas, es prioridad; médicos y nutricionistas refuerzan la necesidad de una dieta variada y natural. Esto genera interrogantes sobre la producción primaria ambientalmente más sana, económicamente viable y socialmente justa.

Las y los agrónomos aspiramos a “alimentar al mundo”, a indagar sobre el origen y disponibilidad de alimentos, y ello involucra un espectro de disciplinas, pero el enfoque que cada uno le otorgue a cada conocimiento y la práctica difiere enormemente. Algunos participan en alguna etapa de la cadena productiva industrial, comida procesada en base a maíz, trigo, soja y arroz que termina en las góndolas del supermercado. Otros eligen el fomento de los alimentos que cuidan a la comunidad y su entorno. Esto tiene un altísimo costo, ya que la economía de mercado exige una agricultura extractivista y demanda profesionales que siguen el modelo hegemónico de producción, y esto es hasta hoy ser exitoso. El reto para cada estudiante vinculado con las Ciencias Agrarias es mayúsculo ya que sus decisiones influirán en él según el contexto que elija para intervenir.

El modelo de agricultura industrial, afianzado en Latinoamérica desde fines del siglo XX, fue impulsado desde la academia y nuestro país no fue la excepción. Las principales instituciones universitarias agropecuarias, con un paradigma de simplificación y especialización, ofrecen diseños curriculares que promueven la formación de profesionales con visión reduccionista y productivista, excluyendo el enfoque sistémico y enfocándose en el estudio compartimentado, que en la práctica requiere de grandes aportes energéticos externos y genera problemas ambientales, contaminación, efectos letales en especies no blanco, las consecuencias en la salud humana con aumento de enfermedades no transmisibles y en algunos casos invisibles o irreversibles como la deforestación, escasez de agua dulce y el calentamiento global. El modelo extractivista dominante requiere de insumos externos en exceso y produce el 30 % de los alimentos a nivel global, aunque usa el 70% de la tierra arable, el 70% del agua y utiliza el 80% de los combustibles fósiles que se usan en agricultura (Robin, 2013).

A nivel académico, se observa una desarticulación disciplinar, profundizada por el reduccionismo en los objetivos de investigación, predominio de unas cátedras por sobre otras atendiendo a la característica de país agroexportador que genera insumos necesarios en la industria de ultraprocesados ofrecidos como alimento en los hipermercados pero que resultan comida carente nutricionalmente. Otra limitante es la escasa promoción del vínculo entre la academia, los agricultores y la comunidad. Hoy se cuestiona y discute este modelo, aunque continúa el proceso de extensión de la frontera agrícola denominado pampeanización en todo el país (Pengue, 2021). 

Frente a los cuestionamientos de estudiantes, investigadores y docentes, la Agroecología (AE) como ciencia comienza a visibilizarse y a dar respuestas ya que cambia la manera de concebir el sistema agroalimentario, un paradigma que deja el modelo industrial de producción, resignificando el valor de los alimentos, reduciendo la dependencia de insumos externos, generando tecnologías inclusivas para los agricultores, y revalorizando los procesos ecológicos (Altieri y Nicholls, 2013).

La transición global de la producción convencional a la agroecológica es un tema urgente y central de discusión a nivel mundial, abordado en las agendas de organismos internacionales como la ONU, (2020); FAO (2020); Encíclica Papal Laudato si (2015). Sin embargo, los agricultores por sí solos no pueden lograr este cambio que requiere acciones conjuntas tanto a lo largo de la cadena de producción y distribución, como de los consumidores, políticas públicas, y también desde la universidad, para el desarrollo de líneas de investigación vinculadas al cuidado de la casa común. Las acciones individuales son condición necesaria pero no suficiente.

La crisis civilizatoria global muestra signos evidentes del deterioro planetario en términos ecológicos, sociales, económicos y culturales. 

La agricultura moderna representa uno de los factores más impactantes sobre el cambio ambiental y climático global. Las Naciones Unidas indican que el sistema alimentario global está quebrado. 

La actual pandemia afecta en especial a los más vulnerables, nos hace reflexionar obligadamente sobre la importancia de garantizar el acceso y la disponibilidad constante de alimentos de calidad. La Agroecología emerge en tanto disciplina, movimiento social, acción y práctica productiva para la transformación hacia un sistema agroalimentario.

Altieri, M.A., Nicholls, C.I. (2013). Agroecología: única esperanza para la soberanía alimentaria y la resiliencia socio ecológica. Agroecología 7(2):65-83.

Pengue, W. (2021). Agricultura industrial y naturaleza cada año menos país. Artículo 1.2, en La máquina agrícola: ¿Divisas a cualquier costo? Informe ambiental, Fundación Ambiente y Recursos naturales FARN. www.farn.org.ar

Robin, M. M. (2013). Las Cosechas del Futuro. Cómo la agroecología puede alimentar al mundo. Ed. De la Campana. La Plata. Argentina

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